POLíTICA Y ECONOMíA JUSTIFICAN EL PRIMER VIAJE DE AZNAR A RABAT
La importancia de unas relaciones políticas a veces conflictivas y el hecho de que España sea el segundo socio comercial de Marruecos justificaron la elección de Rabat para la primera salida al exterior del nuevo jefe del Gobierno español, José María Aznar.
La visita de José María Aznar concluyó con la expresión por ambas partes de la voluntad de que las relaciones fueran intensas y se caracterizaran por la estabilidad.
Para dejar patente ese deseo, Aznar compareció en rueda de prensa junto al primer ministro marroquí, Abdelatif Filali, y ambos expresaron su satisfacción porque el país magrebí fuera el primer destino extranjero del presidente español.
Preparada con minuciosidad en todos los detalles, la visita estuvo rodeada de una serie de gestos por parte de las autoridades de Marruecos que pretendían dar respuesta al hecho de que Aznar haya mantenido la costumbre de los jefes de Gobierno democrácticos de viajar al Reino alauí.
Así, Hasán II recibió a Aznar en su Palacio de Rabat y le distinguió con la máxima condecoración marroquí, el "Uisam Alauí", y Filali permitió que su invitado dirigiera la comparecencia ante la prensa y, hecho inusual, habló siempre en español ante una audiencia de periodistas mayoritariamente marroquí.
La última jornada de la estancia de Aznar en Marruecos se inició con un encuentro con empresarios españoles, puesto que la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE) organizaba esos días un seminario con hombres de negocios del país, al que asistió su presidente, José María Cuevas.
Aznar apuntó las relaciones comerciales como uno de los principales aspectos que ambas partes querían potenciar.
Esa creciente importancia que las relaciones económicas entre ambos países habían registrado en la última década permitió que los problemas políticos que habían venido surgiendo periódicamente desde entonces pudieran acabar siendo resueltos mediante el diálogo.
Fijada a principios de los ochenta por el Gobierno español, la política de vinculación comercial tenía como objetivo la creación un entramado de intereses comunes que obligara a ambos países a encontrar soluciones de entendimiento cuando reaparecieran sus tradicionales litigios.
A mediados de los noventa, esa política condujo a la implantación en Marruecos de casi 800 empresas con capital español y ha convertido a España en el segundo socio comercial y en el segundo inversor extranjero en este país, en ambos capítulos detrás de Francia.
España vende a Marruecos productos por valor de 100.000 millones de pesetas y le compra por un total de 70.000 millones, y sus inversiones superan actualmente los 50.000 millones de pesetas, además de haberse constituido en paso obligado de este país en su política de acercamiento a Europa, con proyectos como el gasoducto euromagrebí o el enlace fijo a través del Estrecho de Gibraltar.
Esta política del anterior gobierno español fue implícitamente refrendada por el entonces jefe de la oposición Aznar cuando, en marzo de 1994, visitó por primera vez Rabat, para entrevistarse a solas y durante más de una hora con el rey Hasan II de Marruecos en el Palacio de Buznika (cercano a esta capital).
"Las relaciones con Marruecos están básicamente bien trazadas" afirmó en aquella ocasión el actual jefe del gobierno español, quien también subrayó los avances democráticos registrados en Marruecos.
El Frente Polisario pidió el 28 de mayo al Gobierno español que "no olvide al pueblo saharaui" y que trabaje por la paz en la zona, lo que en su opinión pasa por la celebración de un referéndum de autodeterminación justo.
En un comunicado difundido por la delegación saharaui en España, el Frente Polisario señalaba que comprendía los gestos "de buena vecindad" del presidente del Gobierno, José María Aznar, durante su visita a Marruecos, pero reclamaba que estos gestos no se producieran "en detrimento del pueblo saharaui".
Para el Frente Polisario, la visita de Aznar a Marruecos constituía "una oportunidad inmejorable" para reafirmar la posición española y la de la comunidad internacional para que se respetaran los derechos del pueblo saharaui "y se pusiera fin a la obstaculización marroquí en el Plan de Paz de la "ONU".
